REFLEXIONES E INFORMACIONES EN EL CUARTO DOMINGO DE CUARESMA (14 de marzo de 2021)
Hoy, cuarto domingo de Cuaresma, es conocido tradicionalmente como el Domingo Laetare, que se traduce del latín como "Domingo de la alegría". En efecto, en medio de la austeridad y la sobriedad de la Cuaresma irrumpe con fuerzo el regocijo, como un anticipo de la meta a la que nos dirigimos: la celebración de la Pascua, de la muerte y resurrección del Señor. En este domingo somos invitados a acoger la alegría de poder saborear el encuentro con Jesús Resucitado en la Palabra y en la mesa de la eucaristía.
Como nos indica el evangelio de hoy (Juan 3, 14-21), la referencia de Jesús a la serpiente elevada en el desierto, que Jesús hace al fariseo Nicodemo, recuerda al momento trascendental en que el mismo Jesús sería elevado en la cruz. El evangelista san Juan quiso recalcar que en el Calvario concurren dos elementos aparentemente contradictorios: la muerte y el triunfo, la ignominia y el enaltecimiento, el anonadamiento y la glorificación. Por eso, la Cruz es la cumbre del amor de Dios que nos regala la salvación. Aunque somos pecadores (o precisamente más bien porque lo somos), somos destinatarios de la misericordia divina y de su inmenso amor manifestados muy especialmente en la Pascua. Así nos lo recuerda la segunda lectura de hoy (Efesios 2, 4-10): "muertos por los pecados, estáis salvados por pura gracia", porque Dios, "rico en misericordia", así lo ha dispuesto y lo ha realizado por medio de la entrega sacrificada de su Hijo Jesucristo. La iniciativa de la salvación proviene de Dios, no de nosotros, ni es debida a nuestros méritos. Lo que sí nos pide el Señor es nuestra fe, que va madurando en la medida en que nos descubrimos pobres y necesitados. En este sentido, debemos renunciar a nuestra pretensión tan habitual de ser autosuficientes y reconocer que solo podemos vivir de Dios y en Él.
El evangelio, como hemos indicado, nos presenta una parte del diálogo entre Jesús y Nicodemo, que estaba dispuesto a aprender del primero y que se fue abriendo poco a poco a Él, pues descubrió que era la Luz que había venido al mundo a iluminarlo y a redimirlo. Dios nos ofrece ese camino que conduce a Él, y cada uno tiene que acoger ese don desde su libertad. Él nos ha dado justamente el regalo de la libertad como uno de los rasgos específicamente humanos, para que decidamos si queremos continuar en las tinieblas o, por el contrario, acercarnos a la luz que nos revela el sentido de nuestra existencia y de la historia.
Hablando de historia, la primera lectura de este domingo (2 Crónicas 36) expresa que la Providencia divina se va manifestando en el devenir de los acontecimientos que experimenta el pueblo judío. Por una parte, el relato recuerda la dolorísima experiencia del destierro en Babilonia, tras haber sufrido la pérdida de muchas vidas y la destrucción de gran parte de Jerusalén, incluido el Templo. Por eso el salmista recuerda con nostalgia su vida pasada en la patria ahora perdida: "Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti" (Salmo 136). Pero, por otra parte, la última parte de la lectura recuerda que décadas después de aquel desastre sin precedentes surgió un rey, Ciro, al frente del nuevo Imperio Persa, que permitiría a los descendientes de aquellos judíos regresar paulatinamente a su tierra de origen si así lo deseaban; gracias a esto pudieron reconstruir años después su nación y las señas de su identidad religiosa, como sería el nuevo Templo de Jerusalén. En definitiva, esto nos indica que ningún acontecimiento de nuestra historia escapa de algún modo al designio de salvación que Dios tiene sobre nosotros. Incluso aquello que es negativo y nos perjudica, puede ser ocasión para que el Señor muestre su acción salvífica más tarde o más temprano.
Por otro lado, se comunica que, por disposición del Gobierno de Canarias, a partir del lunes 15 de marzo y hasta nueva disposición, el aforo de los templos se reduce al 33% (80 personas en nuestra parroquia).
El próximo viernes 19 de marzo la Iglesia celebra la solemnidad de San José. Deseamos dar una especial relevancia a este día, en el contexto del Año de San José convocado por el papa Francisco. Ese día la misa, como es habitual, será a las 19 horas. El martes 16, el miércoles 17 y el jueves 18, también a las 19 horas, queremos honrar a nuestro santo patrono con la celebración de la eucaristía en un triduo preparatorio.
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